Eres siempre hermoso, Rodrigo...
Hoy, cuando alzas tu obscura cabellera de algas,
te elevas, te meces, te haces tuyo, Rodrigo.
Tu cabello negro se ha hecho silencio puro,
pero emerge ensortijado de algas marinas,
en segmentos volátiles y filamentos alados.
Cuando el viento sacude tus raíces viajas más allá del horizonte,
porque al hermanarte con aves y con peces,
tu risa suave la trastocaste en movimiento.
Tus consejos siempre prudentes
hizo que te nombraran consejero
de inmensurable número de amigos de nadadores.
Tu inflexible voz de soldado pacífico,
ha inducido campañas
de un nuevo ordenamiento marino.
Por ello te veo administrando,
siempre eficiente,
toda la salud oceánica.
Entre azules, verdes y dorados
dirijes sin tutelas,
tu magna obra profunda.
Sin turnos,
horarios ni dictámenes,
diriges ahora un infinito operatorio.
Sin campañas honerosas,
sin suturas y libre de vendajes,
con todo el abierto yodo del mar.
El bisturí lo trastocaste por golpe de ola,
la luz intermitente del quirófano por luna llena,
el algodón contaminante por huiro depurado.
Sin que lo ordenen reglamentos
tomaste medidas perentorias,
equilibradas decisiones de absoluta austeridad.
Cuando estabas en la altura eras brisa suave, Rodrigo.
Ahora, en lo profundo, eres torreón marino,
estructura solemne y reconcentrado equilibrio.
Cuando elevas tus segmentos ahora volátiles,
eres horizonte puro, estructura fractal,
alta marea, nervadura clara y ala grácil.
Cardúmenes de peces cuidan tu sueño,
pero despiertas siempre al alba,
antes que las sardinas afinen sus notas sostenidas.
Hoy, cuando alzas tu obscura cabellera de algas,
te elevas, te meces, te haces tuyo, Rodrigo.
Tu cabello negro se ha hecho silencio puro,
pero emerge ensortijado de algas marinas,
en segmentos volátiles y filamentos alados.
Cuando el viento sacude tus raíces viajas más allá del horizonte,
porque al hermanarte con aves y con peces,
tu risa suave la trastocaste en movimiento.
Tus consejos siempre prudentes
hizo que te nombraran consejero
de inmensurable número de amigos de nadadores.
Tu inflexible voz de soldado pacífico,
ha inducido campañas
de un nuevo ordenamiento marino.
Por ello te veo administrando,
siempre eficiente,
toda la salud oceánica.
Entre azules, verdes y dorados
dirijes sin tutelas,
tu magna obra profunda.
Sin turnos,
horarios ni dictámenes,
diriges ahora un infinito operatorio.
Sin campañas honerosas,
sin suturas y libre de vendajes,
con todo el abierto yodo del mar.
El bisturí lo trastocaste por golpe de ola,
la luz intermitente del quirófano por luna llena,
el algodón contaminante por huiro depurado.
Sin que lo ordenen reglamentos
tomaste medidas perentorias,
equilibradas decisiones de absoluta austeridad.
Cuando estabas en la altura eras brisa suave, Rodrigo.
Ahora, en lo profundo, eres torreón marino,
estructura solemne y reconcentrado equilibrio.
Cuando elevas tus segmentos ahora volátiles,
eres horizonte puro, estructura fractal,
alta marea, nervadura clara y ala grácil.
Cardúmenes de peces cuidan tu sueño,
pero despiertas siempre al alba,
antes que las sardinas afinen sus notas sostenidas.
“Cuando yo me muera me echarán al mar,
entre nubes negras
y olas de coral.
Cuando yo me muera,
bajo las estrellas,
muy cerca de ellos me echarán al mar.
Horizontes rubios bajarán al fondo,
a cantarme,
viejas barcarolas de amor.
Cuando yo me muera bajo las estrellas,
haditas marinas,
sombras cristalinas me acompañarán.
entre nubes negras
y olas de coral.
Cuando yo me muera,
bajo las estrellas,
muy cerca de ellos me echarán al mar.
Horizontes rubios bajarán al fondo,
a cantarme,
viejas barcarolas de amor.
Cuando yo me muera bajo las estrellas,
haditas marinas,
sombras cristalinas me acompañarán.
(en algun lugar del mundo despues de la muerte en el mar de Rodrigo)
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